La película comienza cuando Yorgos sale de la cárcel. No sabemos porque entró cual fue el delito, ni sabemos porque luego de conseguir un lugar en el que bañarse y desayunar durante los próximos días, sale a recorrer las calles de Grecia. No sabemos porque comienza a seguir a una niña y a su madre. No nos cuentan nada, únicamente nos muestran lo que este personaje hace y la hostilidad y el miedo que recibe por parte de esta madre que parece conocerlo, pero tampoco estamos seguros de eso.
Lo bueno de este relato es el manejo del T. Anastopoulos de los climas y las reacciones del espectador, juega con nuestra cabeza, se mete y revuelve nuestras ideas. En 83’ minutos pasamos de temerle a Yorgos a simpatizar con él, ponernos de su lado, y esperar que nada malo le suceda. Solo cerca del final podemos armar el rompecabezas y saber cual es la historia de la vida de estos personajes y porque el nombre de la película.
Cabe aclarar que esta es una de esas películas con muy pocos diálogos, pero esa falta se compensa con buenas actuaciones. Quizás no sea la mejor película que vayas a ver, ni la mejor manera de contar una historia con un guión encriptado, pero está muy bien, se podría decir que al final nos cierra la historia.